jueves, 13 de diciembre de 2007

Capítulo 18: Udaipur Brothers en The Lake City

Este capítulo debía de ir a continuación del 12, ya que esa fue la siguiente parada, y allí en Udaipur nuestros dos aventureros prepararon la crónica del día. Pero las especias se les habían subido a la cabeza, el curry corría por sus venas, y el "masala tea" los tenía como locos, con lo que se olvidaron de mantenernos al día. La siguiente aventura es tal cual la escribieron en la Ciudad del Lago:


Después de meternos otro buen desayuno en el hotel de Kumbalgarh, pusimos rumbo a Udaipur, también conocida como la Ciudad del Lago. La carretera por la que circulamos era bastante estrecha, vamos que cada vez que venía un coche, los dos a la cuneta para no chocar, pero nada, ya estamos acostumbrados. O eso creíamos, porque cuando un Jeep nos hizo giratorio el retrovisor pensamos, esta vez si que ha sido "uuuuyyyyy"...
Carlos Sainz tiene un gran competidor en nuestro chófer y su Tata.

Durante el trayecto se nos cruzan distintos animales, vacas, cabras, perros, algún cochino jabalí, ardillas, y alguno que otro más que no sabemos que son. Nuestro guía nos pregunta si en España también cazamos animales, como aquí (aunque el gobierno aquí ya está intentando controlar la caza). Le hemos dicho que si, aunque no tenemos claro que haya entendido el concepto, como le de por visitar España rifle en mano, la liamos gorda...

Por la mañana hemos visitado otro "palacete" (estos maharajás tan flipaos...), con guía en "español", la entrada por una persona adulta eran 50 rupias, pero si querías meter la cámara, otras 200 más por cada uno, ¡¡cago en ros!!, estos igual piensan que vamos a copiar los planos para hacer uno en Madrid!!. Intentamos colar las cámaras como si fueran niños japoneses (20 rupias) pero no coló.


Después de la pateada y el calor por el palacio, le decimos al guía que pasamos de hacer más excursiones turísticas llenas de guiris, que no nos importa no ver el "jardín botánico", porque en Gijón hay uno que ye lo máximo. Así que nos piramos a nuestra bola, que es como de verdad se disfruta este país, entre calles y confraternizando con la gente. Estábamos tan cansados de tanto palacio que nos pusimos a hacer fotos hacia el otro lado, para chulos nosotros, quereis palacio, pues nosotros fotografiamos la ciudad, ¡toma ya!


Nos metemos en un restaurante en lo alto de un edificio (Maxim´s Café) , es flipante, en la primera planta una tienda de pinturas, en la segunda una vivienda, en la tercera una cocina, y en la cuarta y quinta (ático) las mesas para los clientes del restaurante. A Fabadín casi le da un yuyu cuando se dio cuenta de que el restaurante era musulmán y no había carne, pero bueno, al final picó de esto, lo otro y lo de más allá, y quedó fartucu.


Entre foto y foto, de repente nos encontramos con tres chavaletes de corte un tanto macarrilla, que andaban a sus cosas por la ciudad. Hablamos un poco con ellos, y nos piden que les hagamos fotos. Su abuela, Milagrinos, estaba muy contenta cuando vio que estos Caborian les hacían una sesión para la portada de su primer disco. "Son buenos guajes" decía la abuela orgullosa de sus nietos mientras estos enseñaban sus flamantes billetes.


Cuando les hicimos la primera foto nos dimos cuenta, eran los mismísimos Udaipur Brothers, los famosos raperos del Rhajastan. No hay más que verles con sus poses amenazadoras y su vestimenta típica del hip-hop. Que tiemblen los Bombay Rockers porque estos vienen cargaditos de agua del lago.


En el medio del lago está el famoso hotel de la película de James Bond contra Octopussy, íbamos a ir a saludar a Bond, James Bond, pero al final pasamos, porque había una puesta de sol preciosa que preferimos contemplar justo al lado del hotel. Otra puesta de sol y los intrépidos aventureros sin churri para contemplarla, cuanto sacrificio hay que hacer por el bien de la investigación!!



lunes, 10 de diciembre de 2007

Capítulo 17: La mítica vaca

Ya de vuelta, nuestros intrépidos aventureros están recopilando información de su viaje por el paraíso de les vaques. Mucha carretera, pueblos, atravesando desiertos y montañas, con la misión de descubrir los secretos más guardados de este fabuloso país que es la India.


A su llegada a Delhi, por la noche, les extrañó ver una vaca en medio de la carretera, pensaron que seguro que se le había escapado a algún pastor de su finca, y andaba por ahí perdida. Pero poco a poco se fueron dando cuenta de que no era nada extraño ver vacas en medio de los pueblos, carreteras y ¡¡autovías!! (las autovías nada tienen que ver con las que hay por aquí, maaaaaaaadre mía...).


Dando un paseo por Jaisalmer, se encontraron con esta "magüeta" que comía plácidamente dentro del "hall" de una casa (¡a ver quien coño la movía de allí!). Después de varios días, y tras una dura investigación, Percebín y Fabadín descubrieron que les vaques son sagraes!! A quien se le ocurra darle un ñasco a una ya se puede poner a correr como Forest Gump por todo el país, atravesar Pakistán, y seguir por lo menos hasta Rusia si quiere llegar con vida a su país...


Eso si, también estos expertos investigadores descubrieron al final de su viaje, y para sorpresa de su gran chófer, que en ciertas partes del sur de la India, puede "conseguirse" un filetín de ternerina si eres caprichoso y tienes cuidadín. Ahora que viendo las condiciones en las que viven... casí que es preferible seguir con la dieta de arroz y pollo...

Es jodido ser vaca en la India, no te comes un rosco, todo el mundo pasa de ti, nadie te mete mano, te miran pero no te tocan, ni que fuera un escaparate en el barrio rojo de Amsterdan. Casi mejor las vaques asturianas o galegas, que se disfruta moito máis.

domingo, 2 de diciembre de 2007

Capítulo 16: Varanasi, río muerto, fuente de vida

Otra nueva etapa de nuestro viaje, quizás la más dura de nuestras paradas en esta expedición. Menos mal que no hemos empezado aquí el trayecto porque a lo mejor no seguimos. Varanasi, a lo largo del Ganghes, con sus más de 80 gaths es una ciudad que vive por y para el río. Sagrada para todos los indios y sobre todo para todos los muertos que vienen a finalizar sus días aquí.


Llegamos a la estación tras una noche de tren-litera con el inserso francés. Por una vez el tren llega puntual (aquí es normal que se retrase un par de horas). El calor es sofocante y en la estación nos está esperando un nuevo chófer que se sabe de memoria 3 frases sobre Varanasi, Shiba y la cremación, (las puede repetir con los ojos cerrados).


Tras dejar el hotel los aventureros se dedican a recorrer el mercado local para terminar en un gath donde realizan cremaciones. A Fabadín las tripas le rugen y se van a comer a un restaurante con unas bonitas vistas al lugar de las cremaciones, manda huevos, y no se les ocurre otra cosa para comer que pollo barbacoa. Mientras esperamos que maten la gallina, nos reencontramos con un viejo amigo de Percebín, al que conoció en un viaje a La Habana. El tiempo trata bien a Jack, ex-agente de la CIA con misiones en Iberoamérica (Panamá, Brasil, México, Guatemala, Argentina), exmilitante de Vietnam y gran conocedor del sudeste asiático. Su churri, una filipina guapísima (podría ser su nieta), nosotros empezamos con el "cago en rós como se las gasta el Jack" y cosas así. Hasta que se pone a hablar en castellano mientras nos muestra por las ventanas del mirador como preparan el cadáver de una anciana recién llegada, como terminan con una, llega otra, na lo mejor para abrir el apetito. Varanasi es un cúmulo de sensaciones contradictorias difíciles de explicar si no se viven.

Tras el Patxarán y sobremesa con Jack y su chica, nos vamos Ganghes abajo viendo la de dios de iluminados (o lo que es lo mismo: guiris flipados con el rollito local, casi levitando. Eso si, muy limpios y aseados todos, casi casi como la gente local, en fin...). Al Percebín otra vez más le ofrecen hachis, opio y marihuana, a ver si se afeita porque a este paso en Delhi monta un local. Por el camino unos paisanos se nos presentan dándonos la mano, pero según se la dabas, empezaban a hacerte un "masaje", Percebín dejó que un paisanucu local lo "relajase" un poco, pero Fabadín puso cara de guerrero en tiempos de Don Pelayo, y dijo que a él no lo tocaba ni dios... (sobre todo después de ver las caras de Percebín...).


Llegamos al Crematorio principal de Varanasi, 24 horas / 7 días a la semana quemando cuerpos, tienen madera cortada como para armar 50 barcos (con cada persona utilizan 200 kilos de madera y tarda en consumirse unas 3 horas). Se queman al día unos 200-300 cuerpos, superando esta cifra en algunas ocasiones. Esto lo vemos desde una barca mientras anochece, y los aventureros se empiezan a quedar sin fuerzas.


A la mañana siguiente, nos toca ruta en barca para ver como se purifican (por decir algo) en el Ganghes. y seguir admirando la ribera del río y las costumbres de sus gentes. Fabadín estuvo a punto de darse un chapuzón con los locales en el río, para espabilar un poco, porque con tanto madrugón apenas acertaba a encender la cámara, es lo que se llama el empanamiento matutino. Eso si, fue ver el color del agua, y no hizo falta ni comprobar la temperatura (bastante fría), se le abrieron los ojos como platos.


Después de la aventura acuática, nos vamos a reponer fuerzas (uno no puede levantarse a las 5 de la mañana y no desayunar, eso no puede ser bueno...), pero de camino al hotel, el "taxista" tiene que aflojarle pasta a un poli para dejarnos pasar, nos cuenta que la policía está constantemente pidiéndoles pasta. Es la leche, no se conforman con ser funcionarios no, se pasan el día estrujando a la gente, y recibiendo billetes "de estrangis"...



Pero no podíamos abandonar Varanasi sin perdernos otro rato por sus calles, encontrarnos con la sonrisa de los niños, y sortear motos y "tuc-tuc" como si de un encierro de los San Fermines se tratase.

sábado, 1 de diciembre de 2007

Capítulo 15: Agra, un clásico

Vamos quemando etapas de nuestro viaje, el cansancio se hace presente cada día que pasa, y estos aventureros con su chofer llegan a Uttah Pradesh.


Tras salir de Jaipur paramos en un poblado cerca de la jaigüei (manda narices con las autopistas de aquí: kamikazes, vacas por el medio, de todo menos guardia civil) donde se dedicaban al cultivo del arroz y del forraje para el ganado. Nos enseñan el pueblo, como viven y se dejan hacer unas fotos por estos dos pirados.



Llegamos, bueno entramos en Agra donde la polución es la ostia, terminas con la nariz negra, de lo que se respira aquí. El chófer ya nos dice que si no fuera por el Taj Mahal, ni dios visitaría esta ciudad (cuanta razón tenía)....es un auténtico caos y tiene poco que ver, la tarde de relax y a comprar los top ten de la música hindi, vamos cargados de grandes éxitos.


La mañana siguiente el chófer nos recoge del hotel a las 5:45 AM, no son horas de despertar a ningún forastero pero es que si no vamos a terminar hasta las pelotas de los grupos guiris, con lo cual asumimos la decisión y estamos hechos un pincelín a la hora prevista. Aquí los vendedores ambulantes ya son unos pro de los idiomas, frases hechas, el 2x1 y la madre que los parió.


Para entrar en el Taj están prohibidos los teléfonos, el tabaco, la comida, ir en coche y mear en el recinto. te dan unos patuquines de la central nuclear y a patearlo mientras el guía te cuenta el por qué del Taj Mahal. El Paisanu un tal Iñaki que emigró a la India e hizo fortuna y poder (clan mogol) montó este mausoleo de todo lo que quería a su churri, y cuando se murió se lió a quitar mármol de la cantera, hasta completar el chamizo. Eso si, por fuera que si simétrico en los cuatro lados, que si muy blanco, que si cambia de color, que si las fuentes, que si la leche con vinagre, pero todo lo grande que es, no se acordó de montarlo por dentro. Enterró a la guaja dentro y ya está, pa que más.


Os íbamos a poner la típica postalina del monumento, pero esa os la bajáis de la página de Rafa Espada que no dejó ni un ángulo por fotografiar. Así que nosotros hemos tenido que tirarnos por los suelos pa sacar algo distinto. Rafa al próximo sitio que vayas, acuérdate de los demás...


Ya por la tarde tras dormir un buen rato y descartar el fuerte rojo, (mira que les gustan los fuertes, los palacios a esta gente, cago en rós) nos "cruzamos al otro lado del río" como los tantangao y vimos la puesta de sol sobre el mismo monumento. Allí nos volvieron a ofrecer un paseo en camello, pero teniendo en cuenta que todavía nos duelen las nalgas de la primera caminata con el ca-me-lli-to, les dijimos que o traían un elefante o pasábamos de animales.

El chófer hábil y conocedor de los mil rincones de esta urbe, nos llevo a un curioso puente, muy bien asfaltado, con circulación ordenada, semáforos, cámaras de seguridad y pasos de cebra (y seguro que os lo creeis, putos) donde un niño avispado y descerebrado casi trunca la carrera de modelo y actor de Bollywood del pobre Percebín. Menos mal que el galego tiene la cabeza más dura que el mármol del Taj Mahal y remató a gol con la parte trasera de su cabeza. (Ahí se ahogue en el río el simpatiquín de la piedra, cago en todos sus muertos).


Ya por la noche, aprovechamos para comprar alguna cosuca y tomar algo tranquilamente en un chigre hindú con nuestro chófer, que temía llevarnos allí porque algunos turistas se quejan de que si las copas no son de cristal de Bohemia, que si las coca-colas están caducadas (seguimos sin tomar una bebida que no esté caducada...), pero claro, Percebín y Fabadín ya están curtidos en estos ambientes, y era como estar en casa.

Después pusimos rumbo a la estación de tren, esperaba un viaje de unas 14 horas, durmiendo en unas literas con ventilador en el techo y todo... vamos a todo lujo. Eso si, la compañía era bien buena, un extenso grupo de mujeres francesas de la tercera edad, unas cachondas las paisaninas, que iban con pijamín y todo, y no tenían ningún reparo en despelotarse en medio del pasillo para cambiarse...un culito de 65 años, mmm que experiencia...

martes, 27 de noviembre de 2007

Capitulo 14, Jaipur o lo más auténtico de la India

Llegada a Jaipur, la capital del Rajasthan, donde Percebín y Fabadín pasarán dos noches para reponer fuerzas. Nada más llegar, dejan sus fardelas en el hotel y se tiran a la calle. Hace un calor del carajo, pero están con fuerzas y se dedican a pasear por las verdaderas calles de Jaipur, fuera del turisteo guiri y de los grupos de abueletes. Se nota que es temporada alta de turismo, pero nuestros fotógrafos se escabullen en las sucias calles de la capital, olisqueando el auténtico ambiente de la ciudad.


Después de retratar a media ciudad, se dan cuenta de que no han comido, ya que el estómago de Fabadín dio la alarma, y tuvieron que salir por patas a intentar comer algo. Estaba complicado el tema de la comida en Jaipur, así que al final, cual dos monos más de la ciudad (hay monos por todos lados...), compraron un par de plátanos y unas galletucas y a seguir dándole. Patearon la ciudad toda la tarde, disfrutando de la alegría de sus gentes, que a pesar de las condiciones en las que viven no dudan en posar y arremolinarse delante de nuestros objetivos.


La vuelta al hotel, en tuc-tuc, el piloto se saltó un semáforo (como muchos por aquí...) pero lo pilló un guripa y le quitó la licencia. El probe paisanín llevaba un disgusto "que pa qué", seguramente a la vuelta tuviese que aflojar dinero para recuperarlo, "así de fácil" funcionan las cosas en este país..."Cago en rós si solo era un semáforo.." pensaba el pilotillo....


El Hotel, un Heritage, acojonante como el resto de todos los que han visitado hasta ahora, ese estilo decadente y en el que se vislumbran las grandezas de la época de oro de la India. Su hall de entrada, sus mesas, y nuestros intrépidos viajeros tomándo una KingFisher con Lemon Mirinda, una clara con limón pa ser más claritos.


Este primer día en Jaipur tenía una sorpresa más, nos invitaron a una boda hindú auténtica, vaya montaje para el evento. El novio a caballo por las calles de Jaipur hasta el templo donde recibió la bendición y después una procesión al más puro estilo Semana Santa con porteadoras de luces, banda de música, bailes, dos camellos, dos elefantes y un huevo de personas. Aquí las bodas son muy particulares, la gente bebe antes (los hombres y sin que los vean las mujeres) y bailan hasta llegar al parque cerrado, después cenan y acto seguido se piran, no hay ni paquito el chocolatero ni langostino ni ligarse a la prima de la novia..., Aquí es donde el novio conoció en persona por primera vez a su futura esposa, casi ná, como para que te toque una feuna hindú y ya ni te bajes del caballo y salgas por pates hasta Calcuta, son costumbres de aquí.

El regreso al hotel, en casa dios, en un tuctuc, 7 personas, dos de ellas en el maletero, pa cagarse, como locos por las calles de jaipur lo que daba el motorín. Miedo es poco pero ya están acostumbrados a la circulación india. Ojo que cuando lleguen a España va a temblar la M30.


Al día siguiente madrugar para subir al Fuerte de jaipur en elefante como si se tratase del gran circo de Angel Cristo, que bestias, cuesta arriba con turistas de mil sitios. El fuerte como todos, estos maharajas vivían como dios en su tiempo (ahora tb pero no se les ve), el paisanu de este pesan más de 200 kilos, se desayunaba 10 litros de leche y 5 kilos de dulces, tenía 12 churris oficiales y más de 200 concubinas, cumplía todas las noches echando un mínimo de "8 vistas a la montaña", con este ritmo de vida es normal que se muriera con 39 años, ese ritmo ni Rocco.



El resto del día descansando y recuperando fuerzas para la siguiente etapa.

lunes, 26 de noviembre de 2007

Capítulo 13, La feria de Pushkar

Esta mañana nuestros aventureros han madrugado más, desayuno a las 7:00 para poner rumbo a Pushkar, unas cinco horas de coche. Durante el trayecto se han encontrado con el autobús más cañero de toda India, un bus Volvo, para el que se necesita una licencia especial. Con la licencia normal de autobús, solo se pueden conducir los "locales" del país. El top-driver no miraba si venían coches de frente para adelantar...sencillamente se metía y el que viniese ya vería que hacer, resultado: todos a la cuneta.
El chófer de este autobús se había tomado un cola-cao triple, porque no había forma de adelantarlo, le pisaba más que los del ALSA, y encima iba tirando a la cuneta a todo el que se ponía en su camino, se nos fue y no hubo manera de pillarlo.


La llegada a Pushkar fue todo una aventura. Se celebra en la ciudad la feria más importante de la India, y está lleno de gente. Habían cortado los accesos en coche para llegar al hotel, y nuestro chófer nos llevó por una ruta alternativa. Pues bien, imaginad un coche como el Lacia Logan (nosotros llevamos un Tata Indigo SL), esos de 7000 euros, con tres tíos y sus maletas, serpenteando por un camino de arena... se atascó el coche y todos a empujar, quitar arena de las ruedas, poner piedras delante, etc. bajo un sol de justicia. Otra aventura más para el diario de Percebín y Fabadín. Un poco de Paris-Dakar, nuestro chófer lo dió todo y nos quedamos enterrados en la arena a 500 metros del final. Pena del Oxido Nitroso...


Otra vez Fabadín ta que lo llevan los demonios, en este hotel tampoco hay carne (bueno, a Percebín tampoco le mola que la única cerveza que hay aquí sea sin alcohol...), así que a ponerse hasta arriba de arroz con especias, y un plato de queso frito en salsa, que dicho sea de paso, está bien bueno. Pedimos un par de refrescos para la comida y, para variar, estaban caducados, todavía no han bebido algo que no sea agua, que no esté pasado de fecha, y en ocasiones con tres o cuatro meses de caducidad... pero estos dos intrépidos son como Rambo!!, lo más exagerado una coca-cola de marzo con extra de gas. Esto del gas les mola porque en el postre de cada comida en cualquier restaurante es un campeonato mundial de eruptos, si señor, que arte tienen algunos. Percebín con su implicación en la integración ya empieza a dar muestras de estar a la altura, ye un crack de la sobremesa


Ya por la tarde toca meterse en medio de todo el jaleo, miles de personas comprando y vendiendo cosas para su vida diaria, familias que van a pasar el día, y algún que otro guiri flipao de la vida en busca del karma...los míticos buenrollistas-yogueros-mantra-chancleteros....hippies de postal, puajjjjj.


Estos dos fotógrafos se las saben todas, e iban buscando puntos estratégicos en toda la feria para empezar a retratar gente, a poco más montan el chiringuito, "one picture, ten rupees" :-p, buscabamos zonas donde la gente pudiera hacer colas y poder ir pasando el calderín pa ganar algo.


Mientras un grupo de chicas dejaba que Percebín y Fabadín les hiciesen fotos, alguno que otro nos ojeaba con recelo, aunque al final acabaron poniéndose todos a la cola para su foto. Hasta que de repente salió de un rincón un paisano, y Fabadín se dio cuenta de que era Manolín el del barrio de La Luz en Avilés, menuda sorpresa. Había ido a pasar el día con los guajes, que andaban correteando y tirándo plátanos a los monos que andaban por allí brincando.

jueves, 22 de noviembre de 2007

Capitulo 12. Jainistas y el Fuerte

Otro día más amanecemos en la India, Como siempre el chofer puntual, con el Tata impecable y su sonrisa en la boca. La verdad es que es un profesional como la copa de un pino, es un rambo de la carretera, salimos airosos de las mil situaciones que cada día encontramos en nuestros trayectos, conducción segura, suave y eficaz, además de las explicaciones pertinentes sobre cada una de las cosas que vemos en la carretera.


Nos encontramos con los conductores de la "Guipuzcoana de aquí" una empresa de transporte. Uno de ellos, Suso de Vegadeo, conocía a Percebin de llevarle el aceite de oliva por la península, "¿Nos haces una foto de la plantilla pa los calendarios?", faltaría más, salieron todos estirados como cigüeñes delante de uno de los camiones.


Hoy tocaba ver el templo jainista más importante del mundo, el templo de las mil columnas de Ranakpur. Más de 1400 columnas sustentan este edificio rodeado de monos asilvestrados que roban maletas y zapatillas a los turistas, (unos cachondos los simios estos). Casi tan cachondos como los monjes que están dentro, pagas la entrada de persona, la de la cámara de fotos y aún encima te piden rupias si quieres hacerles fotos, pero no cuentan con Fabadin y Percebin que son unos putos en esto de los robados, les zumbamos shots hasta en los pies.


Tras salir del templo nos hicimos un tramo que perfectamente podría ser parte del Príncipe de Asturias o alternar con la Subida al Fito, El chófer se defiende bien con las marchas cortas, quita el aire acondicionado para ganar unos caballos de potencia y empezamos a cortar las curvas. Percebin saca el bloc de notas y empieza a cantarle, ojo izquierda 3, se corta, raaaaaaas, vaca sagrada cuidado pitón derecho, molino de agua 5.....de primeros al Hotel-meta cerca del fuerte de Kumbalgarh. Nada más entrar, una guapísima chica (el día que este país despierte, las suecas pasarán a un "quinto plano"...) nos pone el puntín rojo en la frente, ya somos como de casa (Percebastash y Fabadur).


Llegamos y ni un puto turista guiri, bieeeeen, es temporada alta y están por todas partes, gabachos, germanucos y demás jauría. Lo peor del fuerte, que es una auténtica montaña rusa cuesta parriba, cuesta pabajo, cansados como perres, paramos a tomar una mirinda en el ambigú y esperamos a que los fíos de Teresa la de Muñón, bajaran a vernos.


Teresa estudió con Fabadín en el Vital Aza de Pola pero se enamoró de Dalsim, un viajante Hindú de lámparas que intentó hacer fortuna en Asturies, pero sin ningún éxito con la crisis minera, cago en ros, que poca suerte tuvo el hombre....


Los niños encantados con sus caramelinos de chocolate y naranja estuvieron jugando con el tio Fabadín (que está muy niñero y no se yo si terminará casándose por aquí con el rollu roju en la frente y todo) y su amigo Percebín hasta que cerraron el fuerte. Os ponemos dos fotos, una de Dalshim II, y otra de Isabelina diciendo "tata" (algo así como adiós con la mano) a los dos intrépidos aventureros, que están ya por tierras montañosas con dirección al centro de la India.